sábado, 25 de enero de 2014

Las cosas destinadas a no ser




            El 22 de Diciembre de 2003 un huracán azotó la costa de Ban Ki Phu, un pequeño pueblo costero de Tailandia. Doscientas personas murieron como consecuencia de vientos de hasta trescientos kilómetros por hora, y miles debieron ser evacuadas. Y yo me cagué en todas y cada una de ellas.
            ¿Cómo es que un huracán en el culo del mundo le rompe el corazón a un catamarqueño? Te cuento.
            En la secundaria ni la registraba a Natalia, la verdad. No era una mina fea, pero tampoco la locura. Nuestra relación se limitaba a los saludos de rigor y punto, nada del otro mundo. Aparte era una mina muy estudiosa, una mina que se pasó las tardes del último año de la secundaria estudiando para el ingreso a medicina. O sea, nada que ver conmigo, que me pasaba las tardes fumando marihuana con Fede y Martín.
            Pero un par de años después de terminar la secundaria me encontré con Natalia un verano en La Puerta, y ahí todo empezó a cambiar. Empezamos a salir de manera, te diría, casual. A mí nunca se me dio bien la seducción, el levante. Yo trato de actuar naturalmente y espero lo mejor. Y ahí se dio, como te digo medio casualmente, medio como se dan esas relaciones de verano, que buscás alguien medianamente compatible para pasar mejor las vacaciones. No es por tirarme a menos, pero yo calculo que en ese momento ella no debe haber estado muy exigente, vos viste que en verano uno se relaja.
            Yo me lo tomé muy tranquilo, total terminaba el verano y ella se volvía a Córdoba para seguir con la facultad, no tenía sentido pensar en nada más. La fui de superado, onda duro, me hice el Clint Eastwood todo Enero, pero la verdad que cuando nos despedimos me deprimió muchísimo. Un poco pensé en tirar la onda de seguir, pero no tenía sentido, y preferí evitarme el rechazo. Nos dijimos que íbamos a seguir en contacto, pero los dos sabíamos que lo decíamos por compromiso nada más.
            En el siguiente par de años ni siquiera la vi, pero en lugar de que esto me hiciera olvidarla fue peor. Pasa que con la distancia uno agranda las cosas, y a esa altura aquel verano en La Puerta para mí se parecía cada vez más a la perfección: Natalia, el río, cero obligaciones, que más podés querer. Para colmo no tenía noticias de ella, pasaron dos años y ni siquiera la vi. No quise indagar mucho, tampoco, porque tenía miedo de abrir una puerta que después no pudiera cerrar.
            Tampoco es que en el medio no anduve con minas, no es que la esperé como en las novelas. Algo hubo, nada importante pero algo hubo. Habré andado medianamente en serio con dos minas, pero en ningún momento dejé de pensar en Natalia del todo.
            Y entonces llegó la reunión de los cinco años de egresados. Cuando le dejé la plata a Ferreyra, el que era contador, espié haciéndome el boludo la lista de confirmados. No te miento, cuando vi su nombre se me cortó la respiración, y lo primero que pensé fue que no podía ser tan pelotudo. Habremos salido, ponele, un mes en total, y hacía dos años que no sabía nada de ella, y sin embargo me puse como un pelotudo.
            Me pasé todo Diciembre pensando cómo iba a actuar cuando la viera. Indeciso como soy, un día pensaba que tenía que hacerme el indiferente, como si no hubiera pensado en ella en esos años, y al día siguiente me convencía de que tenía que confesarle que no podía dejar de pensar en ella, que no podía darme el lujo de perder la oportunidad. Al final decidí que, aunque sea haciéndome el desinteresado, le iba a hablar, porque realmente era una pelotudez perder la oportunidad. Claro que no le iba a decir que en el último par de años no había hecho más que pensar en ella, pero le iba a hablar.
            Esa noche llegué temprano, como nunca. Me mataba la ansiedad… ¿Cómo estaría ella? ¿Tan linda como la recordaba? La verdad que no me interesaba ver a nadie más, las personas a las que les guardaba un poco de afecto desde la secundaria todavía las veía. Fui, exclusivamente, para ver a Natalia.
            Al principio guardé la compostura, la primera hora paseé por el lugar mirando de reojo, tomando algo, conversando. Pero no había señales de ella. Cerca de las doce de la noche ya me había entrado la desesperación, y caminaba sin parar por todos lados, en una búsqueda frenética ya, la verdad, estaba enajenado. Eso sí, en ningún momento le pregunté a nadie si ella venía, y eso que sabía que ahí había gente que me podía informar, pero había decidido que ese era el límite de mi dignidad. Martín y Fede, los únicos que sabían lo que yo estaba haciendo, se me cagaron de risa toda la noche.
            Para la una de la mañana hicimos un brindis, del que participé con pocas ganas. La verdad me sentía para la  mierda, hasta creo que me habría ido sino fuera porque mantenía una mínima esperanza de que ella apareciera. Y al final, en cierta manera, apareció.
            Ferreyra, el que había organizado todo, nos dijo que fuéramos todos al salón porque habían preparado un video para proyectar, con saludos de algunos que no habían podido ir. Primero vimos a Saldaña, el que iba al C, que mandó un video diciendo que estaba en La Rioja pero que le habría encantado estar con nosotros. Yo primero pensé que este pelotudo, si tantas ganas de vernos tenía, podría haber hecho doscientos kilómetros, pero después me di cuenta que hablaba de La Rioja de España. Después apareció Briganti, el del A, que nos dijo que se encontraba en Finlandia estudiando el comportamiento de unas bacterias, cosa que a mi honestamente no me importaba una mierda. Para colmo fueron quince minutos de este pelotudo explicando su trabajo y mostrando su laboratorio. Hasta nos mostró a su equipo de trabajo, un montón de rubios sonriendo a los que odié ya por inercia directamente. Y después, después si, apareció ella.
            No se veía muy bien, pero se notaba que estaba tan linda como la última vez que la había visto. Más linda, en realidad, porque toda mina linda, a la distancia, se hace más linda. Un video de una resolución de mierda, obvio, en esa época era más complicado enviar video por internet. Igual se veía que estaba en una playa, y que detrás de ella la gente iba y venía sin parar. En el video nos explicó que estaba en Ban Ki Phu con la Cruz Roja, ayudando a las víctimas del huracán, que le habría encantado ir pero no podía dejar de ayudar a esa gente. Obviamente, no dijo nada que pudiera tomarse como ni remotamente dirigido a mí.
            Yo no me considero una persona muy egoísta. Normal, en todo caso. Pero esa noche me sentí como un hijo de puta. Sinceramente, te digo, me cagué en todos y cada uno de esos tailandeses y la Cruz Roja y la reputísima madre que los re mil parió. Ojo, no estoy orgulloso de lo que te digo, te aclaro. Yo sé que la culpa no era de ellos, pero bueno.



            Si tengo que hacer un ranking de los trabajos más putos del mundo, no sé en cual lugar entraría decorador de interiores, pero seguro entre los cinco primeros. Después de modisto, obvio, pero seguro entre los primeros. A mí no me jode para nada que la gente tenga relaciones con personas de su mismo sexo, cosa de ellos. Pero me enerva el grado de putez que te lleva a estudiar decoración de interiores. 
            Cinco años después, en 2008, yo estoy de novio con Florencia, pero medio sin ganas, y entonces llega Diciembre y Ferreyra me manda un mensaje de texto por la nueva reunión. Por poco no la dejo a Florencia en ese mismo momento. Y eso que en ese momento ni sabía qué era de la vida de Natalia.
            Pero esperá un poco, me estoy adelantando, en el medio la vi un par de veces, no es que no pasó nada. En año nuevo del 2005 la vi en el Sussex, pero de lejos, y la saludé no más. Como un pelotudo, se me dio por hacerme el duro y la saludé nada más, pensando que después la iba a encontrar. Me caminé el Sussex doscientas veces esa noche, pero no la volví a ver. Después, 2007, calculo, a mediados de año, la encontré en Córdoba, en la terminal. Yo venía de Buenos Aires y seguía para Catamarca y ella llegaba a Córdoba. Ahí sí, nos tomamos un café en la terminal y, si bien no hubo nada explícito, a mí me quedó la sensación de que estábamos los dos esperando que el otro de el primer paso… Bah, que se yo, capaz que era ilusión mía, nada más, pero ella tiró un par de indirectas, eso seguro. Como dando a entender que si no hubiera tantos kilómetros de por medio las cosas serían de otra manera.
            Cuando me subí al colectivo, con todo el dolor del alma, te juro, lo primero que hice fue borrar su celular de mi agenda… Si lo tenía ahí, a mano, iba a ser más una tortura que otra cosa, no te voy a mentir. Y cuando lo borré fue como que la cabeza me hizo un click, y le dije chau a Natalia. No volví a pensar en ella por un buen tiempo.
            Y entonces, a fines de Diciembre de 2008, llega el mensaje de Ferreyra, y todo el asunto de Natalia me volvió a la cabeza como si no tuviera control de mis pensamientos. Para que te des una idea, lo mejor que se me ocurre para comparar es… ¿Viste cuando desvían un rio de su cauce original, y vos ves las obras de ingeniería tremendas y decís chau, le ganamos al rio, y entonces viene una creciente tremenda y el rio vuelve al cauce original haciendo mierda todo? Bueno, así. Año y medio de ni pensar en ella, y entonces llega un mensaje que ni siquiera la nombra y yo, como un pelotudo, vuelvo a creer que tengo veinte años.
           

            Florencia tiró la onda de acompañarme a esa reunión, pero me hice olímpicamente el boludo. Ojo, igual había como un acuerdo tácito de ir sin pareja, no es que yo fui solo nada más. No es que la gente quería ir de trampa, sino que era la reunión de los egresados, que se yo, no da ir con alguien que no tiene nada que ver. Igual hay algunos que aprovechan para revivir viejas épocas, tampoco te voy a mentir.
            Esa noche yo ya había ido decidido a todo, lógicamente. Con la estrategia de hacerme el duro ya me había ido mal dos veces, así que de ninguna manera iba a portarme de vuelta como un pelotudo. Ya me había asegurado de que Natalia iba, obviamente. Es más, se lo había preguntado a Ferreyra sin asco, sin temor a quedar expuesto, no me importaba nada. Y Natalia fue, pero el tema es que no fue sola.
            Yo creo que el tipo este, Iker, me habría caído mal aunque no fuera el novio de Natalia. Un español que estaba en Argentina estudiando decoración de interiores, que es lo mismo que decir que estaba de vacaciones. Ese es un problema de este país, no todo inmigrante es bueno, no puede ser que venga un tipo como este y lo recibamos con los brazos abiertos. Para colmo era la estrella de la noche, el gallego, sobre todo con las minas. Porque tenía su pinta el gallego, no te voy a mentir, y tenía esa cosa de tipo de mundo, sofisticado, como los de las propagandas de Gancia, que a los tipos que nunca pasamos de Banda de Varela no se nos da muy bien.
            Y entonces a mí se me vino el mundo abajo, te imaginarás. Porque hasta había ido decidido a encararla aunque estuviera en pareja, pero ahí es como que no podía competir. Y no era un tema de guita, porque, andá a saber, capaz que el gallego este era un muerto de hambre. Pero me sentí muy en desventaja, imaginate, es como si estuvieras por disputarte una mina contra James Bond, con toda la facha y la clase que tiene. No había comparación. El tipo hablaba de literatura, de pintores, contaba que había trabajado como guía en el Louvre un verano…
            Para peor, en los dos segundos que conversé con Natalia no tuvo mejor idea  que decirme que había ido esa noche con Iker porque este no conocía a nadie en Catamarca, así que le parecía desconsiderado  dejarlo solo. Ojo, yo no le había preguntado nada, ella me dijo esto por su cuenta, lo que hizo que a mí me agarrara todavía más calentura, porque en definitiva era como pedirme disculpas por no haber ido sola.
            La pasé muy mal esa noche, la verdad, pero me quedé hasta tarde únicamente para que Natalia no pensara que me había desilusionado. Me reí, tomé, bailé, pero aun así mi cara de culo debe haber sido importante porque Fede y Martín no me dijeron nada de Iker, y para que se privaran de joderme con eso debe haber sido porque se dieron cuenta de que no era buen momento. Igual, todo el año siguiente estos hijos de puta, cada vez que tomábamos algo, brindaban diciendo “¡Ala, Madrid!”, imitando al pelotudo de Iker para hacerme calentar. Porque hasta en eso era un pelotudo, imaginate, hincha del Real Madrid.



            Toda la vida pensé que la mejor arma en caso de una invasión de zombies era una motosierra. Pasa que vos las ves en las películas y parecen muy prácticas, muy fáciles de manejar. Pero tienen una potencia que te la regalo, tenés que agarrarla muy firme para no hacer cagada, porque tironean un montón.
            Me parece que cuando las cosas están destinadas a no ser, no son, y punto. Yo antes, te digo la verdad, no creía en el destino, pero cuando justo se te da todo perfecto con la mina que esperaste quince años y justo en ese momento el mundo se va a la mierda por una invasión de muertos vivientes, que se yo, es como para replantearse las cosas. Es mucha casualidad. Primero un huracán, después el único decorador de interiores que no es puto, y para rematarla una invasión de zombies. Ahí hay algo, es obvio. Es como que estaba todo armado para que Natalia y yo no estemos juntos. Como que había en el medio fuerzas contra las que es medio al pedo luchar.
            Yo estaba en la casa de Ferreyra cuando se desató la epidemia de zombies, justo en la última reunión de egresados, la de los quince años. Mirá lo que son las cosas, yo jamás pensé que se iba a dar una cosa así justo en ese momento.
            Para esa reunión la mano ya venía muy distinta, yo ya tenía otras esperanzas. Porque aunque no la había visto en persona en años a Natalia, por Facebook habíamos tenido bastante contacto, vos viste que del 2008 al 2013 fue medio la explosión de ese tema; entonces yo ya sabía más o menos como venía la mano. Incluso ella me mandó un mensaje avisándome que iba a ir, que estaría bueno que nos viéramos, que podíamos tomar algo y ponernos al día. Yo después de eso, obvio, me subí a la moto como loco. Te digo más, si Ferreyra no hubiera organizado la reunión, lo hacía yo.
            El 29 de Diciembre del 2013, entonces, nos volvemos a encontrar por los quince años de egresados. Venía ideal la noche, te aclaro. Porque Natalia apareció temprano y no bien nos vimos nos pusimos a charlar, ya te dije que estaba todo medio hablado por Facebook previamente. Los dos solteros, ella estaba a punto de volver a vivir en Catamarca, te digo que por inercia, nada más, íbamos a terminar juntos. Salvo que ocurriera alguna catástrofe, claro.
            ¿Viste que te dije que yo no soy muy bueno para el levante? Pero esa noche estaba hecho un loco, tiraba dos chistes por minuto y me salían todas, fuimos a bailar y parecía Travolta. ¿Viste cuando estás en racha y le pegas con la canilla y lo mismo entra? Así estaba, estaba encendido. Y al final eso es lo que me terminó cagando, porque cuando estás así pensás que te van a salir todas, y terminás tratando de hacer cosas que están fuera de tus posibilidades, y por eso la cagué. Porque venía dulce y me pareció que nada me podía salir mal.
            Fue muy repentino el tema de los zombies, la invasión. Por eso estábamos de fiesta, porque ponele que las primeras noticias del tema salieron a la mañana del 28 y al día siguiente ya era todo un quilombo; para peor nadie se lo tomó en serio al principio por que viste que siempre en ese día se hacen bromas. Entonces cuando la mayoría quiso tomar precauciones ya estaba medio perdida la batalla. A nosotros nos agarró en lo de Ferreyra, como te dije, y para peor ya medio machados, que eso fue también otra cosa que a mí me perjudicó, porque capaz que sobrio reaccionaba mejor.
            Yo nunca había agarrado una motosierra en la vida, te digo la verdad, por ahí tendría que haber sido más cauto. Pero como venía en ganador, lo primero que hice apenas vi el primer zombie que entró a la fiesta, fue agarrar la motosierra que estaba en el taller de la casa de Ferreyra y pararme delante de Natalia con toda la pose de canchero. Eso pasa cuando ves Evil Dead muchas veces, le perdés el respeto a las motosierras. Como te digo, yo nunca pensé que tiraría con tanta fuerza esa cagada. Por eso cuando tiré de la cuerda para encenderla me tiró el brazo hacia atrás y, que querés que te diga, también Natalia medio boluda, porque convengamos que se tendría que haber parado un poco más lejos. Para colmo cuando esa cosa empieza a cortar es como que el mismo borde que tiene, que son como un montón de puntitas, como si fueran un montón de abrelatas uno detrás de otro, es como que hace más difícil sacarla.
            No es que no lamenté la muerte de Natalia, pero medio que en la confusión no había mucho tiempo para pensar en eso. Obvio que cuando vi su cabeza volando pensé que ese año tampoco se me iba a dar, y me bajoneé, te soy sincero. Pero era todo un lío, imaginate, sangre y zombies por todos lados. Yo, en un punto, ya entré a agarrar con la motosierra a todo lo que se  movía, por las dudas. Ahí cagó Ferreyra también, por boludo, como se va a meter delante mío si ve que tengo una motosierra en la mano. Un inconsciente, Ferreyra.
            Ojo, no es mala opción la motosierra, tampoco. Si me das a elegir por ahí no es mi primera opción, pero antes que no tener nada en la mano la prefiero mil veces. Aparte la nafta les dura un montón, eso es una gran ventaja. La cagada es el ruido, eso sí, la prendés y se enteran todos los zombies del mundo. Y lo que te digo del tironeo, también, tenés que usarla con cuidado. Es para usar muy, muy, como última opción. 

2 comentarios:

  1. Oiga, esto está muy bien.
    Ahora, el tema de "escribo cuentos sobre historias que no le importan a nadie" espero que sea cierto y que vaya publicando, que pasaré por aquí seguido, si no es molestia.

    Saludos!

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    1. Hola, gracias por tomarte unos minutos para leerlo. Pronto publicaré otros cuentos, espero que también te gusten.

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